miércoles, 26 de agosto de 2009

RAMADÁN. AÑO I. DÍA 4

Han pasado 3 días desde que empezara el Ramadán y ya lo siento en mis carnes.
Y vosotros pensaréis: ¿Qué tiene que ver contigo?Tú no eres musulmán y no te afecta.
Ahh! Craso error.
Primera sorpresa: Me levanto por la mañana (5:30 horas), bajo de la habitación y me dirijo al salón del hotel a desayunar, donde me encuentro un bonito cartel que me anuncia que no hay desayuno, únicamente se sirven comidas desde la medianoche hasta las 2:00 de la madrugada.
Segunda sorpresa: Bueno, si en el hotel no puedo desayunar ni comer, voy a buscar un resturante donde comer algo. Todos cerrados.
Explicación: Los musulmanes no pueden comer, los propietarios de los restaurantes son musulmanes, por lo tanto, no se abre.
Tercera sorpresa: No me queda más remedio que ir a comprar a algún supermercado para poder comer. Pues no, están cerrados.
Sólo abren a partir de las 9 de la noche. Que es cuando los musulmanes pueden comer. De esta manera se les libra de la tentación.
Cuarta sopresa: Por lo menos iré de tiendas a algún centro comercial y así me entretengo. No, no; cerrado.
Si el musulmán no puede comer ni beber, no puede tener fuerzas ni ganas para comprar. Por lo tanto, no se abren las tiendas. Sólo a partir de las 9 de la noche hasta las 2 de la madrugada.
Conclusión: Para un pobre extrajero en tierra de infieles no le queda más remedio que subir a su habitación y pensar que esto sólo acaba de empezar.
Y como dice una de las leyes de Murphy: "lo que puede ir peor, emporará".

3 comentarios:

  1. Vaya, ¿estás en un hotel de los grandes? Pensaba que los hoteles se podrían saltar la norma, al menos llamando al servicio de habitaciones.

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  2. Amigo Dani, ya quisiéramos que nos cuidaran tan bien como a ti.
    El hotel donde estoy no está mal, pero no tiene servicio de habitaciones.
    Me conformo con que tenga servicio en mi habitación.

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  3. Salam Aleikum, amigo Bridge

    Intenta ser positivo; el Ramadán es una buena ocasión para dejar de fumar o perder esos kilos que afean la silueta. Puedes pasar más tiempo en familia o dedicarlo a leer, o al blog...y en cualquier caso, se gana mucho en la virtud de la paciencia. Qué suerte!

    A mí me ha tocado sufrirlo en un par de ocasiones. Mucho ánimo

    Un abrazo

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