domingo, 29 de noviembre de 2009

MI EMPRESA: MI SPONSOR, MI DUEÑO

Hace ya algunos días que no escribo en el blog. La verdad es que he estado (y sigo en ello) muy atareado.
Parece que ya veo la luz al final del túnel y antes de que se acabe el año podré traer a la familia a Arabia Saudí. De esta manera finalizará un preregrinar de más de 4 meses.

El título de la entrada es la sensación que he tenido durante estos últimos meses.
Cuando vienes a este país sabes que las cosas no van a ser fáciles, tanto desde el punto de vista profesional como personal. Pero no puedes imaginar hasta que punto y cómo se entrelazan los dos aspectos.

En mi caso, mi empresa es a la vez mi sponsor. Sponsor es la persona o empresa que te invita a venir, te contrata y se hace responsable de ti mientras estás en el país. Danience en arabia ha comentado algo al respecto en su blog.

A partir de ese momento, y para cualquier gestión que quieras realizar, necesitas la aprobación o respaldo de tu sponsor.

Para obtener el permiso de residencia o Iqama necesitas tu sponsor.
Para conseguir una plaza en el colegio de los niños necesitas una carta de recomendación de tu sponsor.
Para obtener una vivienda necesitas una carta de recomendación de tu sponsor.
Para abrir una cuenta en el banco necesitas también una carta de recomendación del sponsor.
Para una línea telefónica fija necesitas tu sponsor.
Para alquilar o comprar un vehiculo necesitas una carta de tu sponsor.
Para salir del país necesitas tu sponsor.

Por todo ello (y más cosas que aún no he intentado), resulta que tu trabajo y tu vida personal dependen de tu sponsor. Si, como en mi caso, tu sponsor es tu empresa, entonces te embarga un sentimiento de dependencia e impotencia que recae sobre ti las 24 horas del día.

Me ha recordado a los estados feudales, por el que los señores administraban sus tierras y todo lo que en ello había, incluidos sus pobladores.

Mi empresa (mi sponsor) tiene la capacidad de concederme o negarme derechos que en otros lugares podemos considerar fundamentales. Además, es la que aporta mi sustento económico. Por lo que en un momento determinado podría hacer cambiar mi vida al completo con solo unas llamadas.

Puede resultar un tanto axfisiante esta situación, fundamentalmente cuando estás envuelto en el proceso de obtener todo aquello que tu sponsor tiene que autorizar.

Tendremos que dar gracias que por lo menos no han instaurado el derecho de pernada, al menos que yo sepa.

viernes, 6 de noviembre de 2009

LA POLLA EN GRANÁ

Esta entrada se la he "robado" a un paisano de la tierra del chavico.
La copio literalemente para no restarle ni un ápice, ni una línea; no vayámos a pollillas.

"Breves apuntes sobre la utilización de la palabra 'polla'


Me he hecho amigo de un irlandés que se llama Harry. Harry lleva dos años viviendo en la costa granadina y hace todo lo posible por aprender español. Entra a trapo en casi todas las conversaciones en las que le dejan intervenir y dice que lo lleva bien, pero que le cuesta mucho entendernos a los granadinos: bien porque nos comemos la mitad de las palabras o bien porque utilizamos la palabra ‘polla’ en multitud de expresiones que él no llega a entender.

Yo me he propuesto ayudarle y darle unas cuantas lecciones.

Mira Harry, le dije el otro día, en primer lugar tienes que saber la procedencia del que utiliza esa palabra malsonante. Tanto la tenemos en la boca –la palabra, me refiero– que se ha convertirse en nuestra muletilla favorita, introducida ya en nuestro acervo popular.

Así que, por ejemplo, si oyes en la playa que alguien dice:
«Se pué saber aónde pollas habéis dejao el ‘Marca’?», puedes decir, tate, ese es de Graná. Sin embargo, si hay uno que emplea la conjunción ‘ni’ antes de la palabra en cuestión, ese, sin duda, es de Jaén. Ejemplo: «¿Os venís al chiringuito ni pollas?».

A veces, Harry, la traducción literal no significa lo que el hablante quiere expresar. Así si alguien te dice «me vas a chupar la polla!», no significa que te esté pidiendo relaciones sexuales, sino que lo tienes harto y que lo que acabas de decir no es de su gusto.

Tienes que tener cuidado Harry, que con el verbo ‘tocar’ dependerá del tiempo en que esté conjugado para tener acepciones diferentes:

Así el presente indica molestia o hastío (me toca la polla), el reflexivo significa vagancia (se tocaba la polla), pero el imperativo significa que lo que acabas de decir es una tontería (¡tócate la polla!).

Lo mismo sirve en una apuesta («Si no gana el Madrí esta noche me corto la polla»), que en una amenaza a alguien («Como no me pagues lo que me debes te corto la polla»). Claro que eso no significa que eso se vaya a llevar a cabo porque si no todos los granadinos estaríamos ahora mismo sin nuestro órgano más preciado.

Asimismo, cuando va precedida de una entonación de desidia o dejadez, significa que lo que se ha oído es algo que no merece explicación (¡Mira que la polla….!)

Por otro lado, Harry, depende del artículo con el que va precedida puede igualmente significar una cosa u otra. Si por ejemplo dices «¡Y una polla!», significa que rotundamente no estás de acuerdo con algo. Pero si dices «¡Y la polla…!», es que vas a hacer algo a regañadientes. Cuando lo estás haciendo y estás ya harto, es fácil que digas: «Estoy hasta la polla» Cuando alguien se quiere negar con rotundidad a hacer algo es frecuente que exclame: «No me sale de la polla».

También tiene connotaciones de desprecio: «Me importa una polla» ó «me suda la polla», según sea invierno o verano.

Entre admiraciones tiene un significado valorativo, bien porque te ha gustado mucho una cosa (¡es la polla!) o bien porque no te ha gustado al haber un desbarajuste tremendo («¡esto es la polla!»).

Si te estás bañando y preguntas cómo está el agua, uno que no sea de por aquí puede decir que está buena o de puta madre, pero nosotros decimos: «De pollas».

Si la palabra va condimentada con ácido acético, significa que algo carece de valor, no tiene importancia o tú no se la quieres reconocer: «Esto son pollas en vinagre».

Y si alguien que se está comiendo una espeto coge una sardina y dice «esta es ‘pa’ mi polla», no quiere decir que se la vaya a echar a su pene, sino que se la va a comer él.

Y cuando hay uno que se cree muy listo o superior en cualquier competición o deporte, suele decir con cierta ufanía: «¡Soy la polla!».

Si oyes, Harry, que alguien dice de otro que «tiene una polla que se la pisa», no significa que tenga el miembro viril muy largo, sino que esa persona es muy lenta, muy vaga o tiene mucha pachorra.

Igualmente si va por delante con el sufijo ‘a’ puede tener una acepción muy distinta. Así se dice ‘apollardao’ cuando se piensa que una persona está en la inopia o no se entera de nada.

Por otra parte, Harry, ‘polla’ es una palabra que en plural y dicha reiteradamente en una única frase se puede sustituir por cualquier otra en un contexto sin que se altere el resultado final del discurso que se quiere dar. (Aquí le conté a Harry la anécdota de un antiguo alcalde de Motril que cuando se enteró de que su equipo de gobierno estaba conspirando contra él en un asunto importante, los llamó a todos y les dijo: «Mirad, me he enterado que estáis de pollas, dejaros de pollas vayamos a pollas». No tuvo que decir más, todo el mundo entendió de lo que estaba hablando y el mensaje final.

También le dije a Harry que es frecuente esa reiteración de la palabra para reafimar un malestar. Y le conté lo de ese granadino que cuando le pararon en la aduana para registrarle por si llevaba droga, muy cabreado dijo: ¡Qué pollas, de pollas ni pollas!)

Mi amigo Harry espera con estas lecciones mías y una buena dosis de paciencia ir enterándose poco a poco de todos los significados de nuestra palabra y muletilla preferida. –Es muy fácil, ya lo verás. - Esto lo aprendes tú a polla floja –le dije."


Pido perdón a todos los que se sientan ofendidos con este lenguaje, pero es que ya son muchos días fuera de la madre patria, ¡qué pollas!.